El término smart city, puede sonarnos todavía a algo futurista, uno tiende a imaginarse una megalópolis, con altos edificios de cristal, un futuro distópico con coches volando y tecnologías imposibles. Si echamos la vista atrás en el mundo del cine, películas futuristas como Blade Runner ambientada en 2019; Regreso al Futuro II, ambientada en 2009, donde las zapatillas deportivas se abrochaban solas, o las chaquetas se ajustaban y tenían autosecado, aunque tendremos que esperar a 2084 para vivir en Marte con Arnold Schwarzenegger en Desafío Total
De alguna manera sí estamos avanzando a ese futuro en el que las ciudades cada vez son más inteligentes y se gestionan de una forma más eficiente. Cuando hablamos de smart cities, estamos hablando de un sistema complejo e interconectado que aplica las nuevas tecnologías para gestionar diversos aspectos de la vida cotidiana de sus ciudadanos. Desde el funcionamiento de los sistemas de transporte público y privado, hasta el uso eficiente de los recursos energéticos o hídricos, pasando por los planos de protección civil, o aspectos socio-económicos, como la vitalidad de los espacios públicos y del tejido comercial, o la comunicación de incidencias a habitantes y visitantes.
Así pues, según Wikipedia, una ciudad se puede definir como inteligentemente eficiente, cuando la inversión social, el capital humano, las comunicaciones, y las infraestructuras, conviven de forma armónica con el desarrollo económico sostenible, apoyándose en el uso y la modernización de nuevas tecnologías (TIC), y dando como resultado una mejor calidad de vida y una gestión prudente de los recursos naturales, a través de la acción participativa y el compromiso de todos los ciudadanos.
” Una ciudad inteligente detecta las necesidades de sus ciudadanos, y reacciona a estas demandas transformando las interacciones de los ciudadanos con los sistemas y elementos de servicio público en conocimiento. Así la ciudad basa sus acciones y su gestión en dicho conocimiento, idealmente en tiempo real, o incluso anticipándose a lo que pueda acaecer”. Juan Murillo, responsable de Análisis Territoriales de BBVA Data & Analytics.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) prevé que en 2050 la población mundial ascenderá a 9.000 millones de habitantes, de los cuales el 70% vivirá en centros urbanos. Teniendo en cuenta que las metrópolis consumen ya más del 75% de la producción de energía mundial y generan el 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Las grandes ciudades tienen que apostar por una nueva estrategia y modelo de ciudad, con ayuda de las TIC (Tecnologías de la Información y de la Comunicación) y el Big Data, para adaptarse y dar respuesta a los grandes desafíos globales como son:
1.- El Aumento de la población
2.- La escasez de recursos.
3.- La contaminación y polución.
4.- La gestión del agua.
5.- Eficiencia energética.
6.- Y si nos atrevemos, podemos incluir la gestión de una pandemia, dado lo acontecido en 2020.
Ante estos grandes desafíos, nos encontramos unos objetivos comunes: disminuir el consumo energético; reducir las emisiones de CO2, gestionar los recursos de forma más eficiente, y todo para mejorar el bienestar de los ciudadanos.
¿Cuáles son los elementos que hacen que una ciudad sea inteligente?
Según GICI (Grupo Interplataformas de Ciudades Inteligentes), y su documento de visión de smart cities a 2030, ciudad inteligente es aquella que mediante la incorporación de tecnologías, procesos y servicios innovadores garantiza su sostenibilidad energética, medioambiental, económica y social, para mejorar la calidad de vida de las personas y favorecer la actividad empresarial y laboral.
Así pues, el modelo de ciudad inteligente identifica 4 grandes áreas verticales sobre las que incidir:
1.Energía y Medio Ambiente. Este área aborda la gestión de los recursos energéticos, tanto los renovables como la energía eléctrica y térmica, y las estrategias aplicables para el ahorro y la eficiencia energética, encontrando el equilibro entre el ahorro energético y el consumo sostenible de los recursos naturales. Así, pues, el transporte y distribución de la energía es muy importante, el aprovechamiento de la electricidad a partir de fuentes renovables y la creación de redes urbanas de climatización. Todo ello implementado con herramientas y estrategias que nos permitan gestionar los recursos de forma sostenible, reduciendo las emisiones de CO2, y contribuyendo a la eficiencia de la gestión del agua.
2.Edificios e infraestructuras, donde encontramos la gestión de infraestructuras viarias, los elementos urbanos y la edificación sostenible. Este sector, analiza los sistemas de transporte que ofrece mejoras en la movilidad y su monitorización, con el reto común a todas de la reducción del consumo energético. Aquí se trabajan elementos como el diseño de nuevos sistemas de iluminación de vehículos, la gestión más eficiente del alumbrado público de las ciudades y la integración de energía procedente de fuentes renovables en la edificación.
3.Movilidad e intermodalidad a partir de un sistema eficiente de gestión de transporte de personas y mercancías, reduciendo las emisiones contaminantes y el ruido, con el uso de biocombustibles y de vehículos eléctricos, cuya energía proviene de fuentes renovables para el transporte urbano.
Además, del uso de las TIC para una gestión del tráfico, que facilite la intermodalidad y que promueva el uso del transporte público, mejorando la seguridad y la eficiencia de los medios de transporte.
4. Gobierno y servicios sociales, el objetivo de este pilar vertical es el de garantizar un acceso sencillo a los servicios que ofrece la administración y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. En el área de la salud, plantea el desarrollo de tecnologías que permitan un diagnóstico, tratamiento y seguimiento de los pacientes desarrollando intervenciones cada vez menos invasivas. Y en el área de promoción urbana, el uso de las TIC para crear herramientas con las que los ciudadanos puedan estar cada vez más involucrados en la toma de decisiones sobre su ciudad, así como la aplicación de las tecnologías para promover la ciudad como destino turístico.
Así pues, te damos la bienvenida 2021, un año del que se espera mucho y se te va a exigir mucho. No te vamos a dejar solo, nuestra responsabilidad está en estar a la altura, darlo todo para ir un paso más allá, proponiendo estrategias nuevas, nuevos retos y nuevas experiencias out of your box.
Sobre estos 4 pilares verticales, actúan de forma horizontal la integración de las tecnologías en cada uno de ellos, y que comprende 4 líneas de actuación:
I. Línea de Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC), para desarrollar un software fiable y eficiente, con una interfaz amigable, eficaz y segura para favorecer el acceso a la tecnología correspondiente. Sin olvidar la dotación de conexión a Internet para poder interactuar con el entorno virtual.
II. Línea de sensores y de dispositivos electrónicos para poder ofrecer una funcionalidad dentro de la ciudad.
III. Línea de seguridad para el correcto funcionamiento de un modelo integral de seguridad de servicios esenciales, así como la innovación y la colaboración ciudadana, creación de entornos de trabajo más saludables y seguros etc.
IV. Línea de materiales. Desarrollo de materiales funcionales, adecuados para necesidades extraordinarias, adaptables y tecnologías de aplicación personalizada.

Retos de futuro de las Smart cities: resiliencia, tecnología y seguridad
Así pues, la hoja de ruta de las ciudades del futuro parece estar definida por la eficiencia energética y la implantación de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación para la mejora de vida de los ciudadanos y entonces… llega una pandemia mundial en 2020 que hace que nuestro mundo se tambalee, una amenaza invisible que además tiene una incidencia mucho mayor en las grandes ciudades con mayor densidad de población.
Por lo tanto, las ciudades se tiene que poner a trabajar para estar, además, mejor preparadas para hacer frente a cualquier crisis, ya sea sanitaria como lo es ésta, medioambiental o social. En un estudio publicado recientemente por IESE Business School de la Universidad de Navarra, Índice IESE Cities in Motion, los profesores Pasqual Berrone y Joan Enric Ricart hablan de la importancia de crear ciudades resilientes, donde prima la calidad de vida de sus ciudadanos con una recuperación justa de la crisis; la identificación de cuáles son los recursos más esenciales para la ciudad; la búsqueda de sinergías entre todos los actores sociales y una mejor vinculación con otros territorios, que no tienen por qué ser urbanos.
De este informe se extraen varias conclusiones sorbe cómo las ciudades pueden hacer frente a la pandemia:
- Correcta gestión de lugares y movimientos para evitar aglomeraciones.
- Puesta en común de estrategias por parte de los diferentes gobiernos a todos los niveles, desde lo local a lo regional, y la colaboración entre ciudades para el intercambio de conocimiento, pudiendo dar una respuesta temprana a cualquier crisis.
- Tener claro y bien definidos los objetivos de la ciudad, en consonancia con la región en la que está situada y al país al que pertenece.
Las ciudades se tiene que poner a trabajar para estar mejor preparadas para hacer frente a cualquier crisis, ya sea sanitaria, medioambiental o social.La recopilación de datos es el gran reto, ya que es la información detallada lo que ayuda a la correcta toma de decisiones, además de poder tener una capacidad de previsión para resolver problemas futuros.
El papel de la tecnología
Como ya hemos comentado, es la implantación de la tecnología de forma horizontal sobre todas las áreas que conforman la smart city lo que supone un reto para alcanzar los objetivos de sostenibilidad y eficiencia que toda ciudad inteligente quiere conseguir. La recopilación de datos es el gran reto, ya que es la información detallada lo que ayuda a la correcta toma de decisiones, además de poder tener una capacidad de previsión para resolver problemas futuros.
Algunas de las principales tecnologías que se aplican para la consecución de una ciudad inteligente son:
1. Big Data. El Big Data es un término que describe el gran volumen de datos, tanto estructurados como no estructurados, que inundan nuestro día a día. Se ha implantado en la sociedad y, casi sin darnos cuenta, se ha convertido en un factor muy importante para tomar decisiones con el objetivo de mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. Ante una gran cantidad de datos, lo importante con el Big Data no es tanto la cantidad, como lo que las organizaciones hacen con esos datos.
Big Data es un conjuntos de datos o combinaciones de conjuntos de datos cuyo volumen, complejidad y velocidad de crecimiento, son difíciles de capturar, gestionar, procesar o analizar mediante herramientas convencionales. La complejidad de su naturaleza se debe principalmente a la naturaleza no estructurada de gran parte de los datos generados por las tecnologías modernas, como los web logs, la identificación por radiofrecuencia (RFID), los sensores incorporados en dispositivos, la maquinaria, los vehículos, las búsquedas en Internet, las redes sociales como Facebook, computadoras portátiles, teléfonos inteligentes y otros teléfonos móviles, dispositivos GPS y registros de centros de llamadas.
Gracias a la recopilación de toda esta información recogida a través de los ciudadanos, las administraciones pueden tomar decisiones con más información y recursos, para abordar temas como la sostenibilidad y el deterioro ambiental o el volumen del tráfico en las ciudades. La fuente principal de recolección de datos proviene de las aplicaciones de geolocalización, que siguen los movimientos y dinámicas sociales en tiempo real. Aplicado en la smart city, esto se traduce en la optimización y reducción de costes de servicios públicos como el alumbrado, la recogida de basura, la predicción de fenómenos naturales o el control de los niveles de contaminación. También Internet y las Redes Sociales llevan tiempo consolidadas como una gran fuente de recolección de datos, tanto cuantitativos como cualitativos, que permiten anticiparse a las tendencias y gustos de los ciudadanos a partir del estudio y valoración de los sentimientos de una gran masa de usuarios.
2. Internet de las cosas o IoT (Internet of Things) es otro elemento fundamental para el desarrollo de las smart cities. Es la capacidad de los objetos de comunicarse entre sí sin la interacción de las personas, gracias entre otras cosas a la tecnología 5G, que ofrece una gran cantidad de información para mejorar la toma de decisiones que afectará a la calidad de vida de las personas. Por ejemplo, en la emergencia mundial actual de la pandemia del Covid-19 se está utilizando para rastrear contactos entre quienes se hayan infectado, actuando de una forma más rápida en la detección del virus. El ámbito de aplicación de esta tecnología podemos encontrarlo en:
- La industria 4.0. con la aplicación de la tecnología en todos los sistemas y procesos de producción de las fábricas así como en la relación con sus cliente.
- Economía circular, un nuevo modelo sostenible de consumo y producción impulsado por la tecnología.
- Eficiencia de servicios públicos y reducción del gasto público con la implantación de sensores en el entorno urbano.
- Feedback y opiniones de los ciudadanos dentro de su entorno inmediato, mejorando la gobernanza local y la toma de decisiones en un tiempo menor.
- Nuevos sistemas de iluminación o smart buildings para decidir el consumo energético y sumar sostenibilidad.
- eAdministración que agiliza los trámites y gestiones con los ciudadanos a través de plataformas y objetos que potencian la escucha activa.
- Movilidad inteligente a través del transporte público y coches conectados, con información en tiempo real de todo lo que sucede en las calles.
3. Inteligencia Artificial como la herramienta capaz de hacer análisis predictivos de lo que pueda suceder, con la capacidad de aprender y adelantarse a cualquier contingencia. Esto ya es útil ante la pandemia actual, pero no sólo en esto, si no también en su aplicación para la movilidad y el medio ambiente.
Así, las infraestructuras de las smart cities se adaptan a los cambios medioambientales, con los smart buildings (edificios inteligentes) o las smart grids (redes de distribución eléctrica eficientes) que ya están implantados en ciudades como Nueva York.
Con el uso de la IA en el tránsito, se obtiene información en tiempo real del estado de las vías públicas, prediciendo atascos y mejorando la movilidad, con semáforos inteligentes programados para leer las condiciones del tráfico y predecirlas. Es el caso de las ambulancias en China, donde conectadas a un sistema de IA, circulan sin encontrarse con obstáculos.
En cuanto a la seguridad ciudadana, la Inteligencia Artificial asegura la protección y tranquilidad de sus habitantes, con la instalación de cámaras de vigilancia que pueden transmitir información en tiempo real, alumbrado suficiente en las calles o sistemas inteligentes de pánico, biometría o identificación facial.
No cabe duda que se sigue avanzando en el proceso, sobre todo, en mejorar y anticiparse a las amenazas que supone la implantación de la tecnología a gran escala: cuanto más dependiente de la tecnología se es, más esfuerzos hay que hacer para protegerse de los ciberataques. La ciberseguridad, sin duda, es un reto al que tienen que hacer frente los gobiernos de las ciudades y las naciones, teniendo en cuenta que hay en el mundo 8 billones de dispositivos conectados a Internet, es decir, más dispositivos que habitantes en el planeta. Una ciudad inteligente constituye una gran superficie de ataque para cualquier acto de ciberdelincuencia o ciberterrorismo. Un simple fallo de seguridad puede tener un impacto enorme en los servicios: alumbrado, riego, transporte, tráfico, trámites administrativos, etc. Este es sin duda, el mayor reto al que se enfrenta la tecnología aplicada a la inteligencia de las ciudades.
Las ciudades más smart: Singapur, Nueva York, San Francisco, Londres, París y Barcelona.
En la actualidad, las ciudades que están a la cabeza del ranking como ciudades más inteligentes del planeta son:
Singapur
Además de ser la ciudad más segura del mundo, la isla asiática ha implantado medidas punteras como: soluciones inteligentes de control de tráfico (cuenta con un sistema que permite ahorrar hasta 60 horas al año a los conductores), taxis autónomos (sin conductor), videovigilancia inteligente para detectar actividad delictiva o el Smart Health TeleRehab, un programa gracias al cual todos los habitantes de la tercera edad pueden realizar consultas médicas en cualquier momento. Es por ello la número 1 en el ranking del Smart City Index, realizado en 2017.
Nueva York
Desde la Office of Technology Innovation (Oficina de Innovación Tecnológica), la ciudad que nunca duerme, está experimentando una transformación digital mediante proyectos del sector público y privado para conseguir un gobierno más receptivo, ahorrar costes, aumentar la eficacia y analizar mejor lo que sucede en una ciudad con más de 8 millones de habitantes. Cuenta con sensores en los semáforos o autobuses para descongestionar el tráfico. Si bien es cierto, que una de sus asignaturas pendientes, es la reducción de la contaminación.
San Francisco
Es la capital más sostenible y tecnológica de Norteamérica, sirviendo sus iniciativas de modelo para todo el mundo. Están enfocadas, especialmente, a mejorar el sistema de transporte gracias a aplicaciones que muestran los aparcamientos disponibles en tiempo real (SFPark), o nuevas formas de alquilar motos (Scoot).
Londres
Es la primera ciudad europea en el ranking de las top 5 Smart Cities. Para la capital británica, la congestión del tráfico, especialmente en la zona centro, siempre ha sido una de sus apuestas, convirtiendo los problemas en oportunidades. Así, utiliza el río Támesis como fuente de energía para la calefacción de los hogares, desarrolla una plataforma de intercambio de servicios entre los ciudadanos, fomenta el uso de bicicletas eléctricas, etc. Además, el barrio de Westminster está dotado de sensores para que, a través de una app, se sepa la disponibilidad de plazas libres de aparcamiento.
París
Elegida como una de las tres ciudades más inteligentes del mundo en 2020, la capital francesa tiene un firme compromiso con la innovación que la ha llevado, a ojos de un gran número de personas, a ser considerada la líder en el cambio de las smart cities. Su proyecto más ambicioso hasta la fecha, ‘Paris Smart City 2050’, busca reducir en un 75% las emisiones de gases de efecto invernadero en la ciudad a través de la integración de grandes torres residenciales con la capacidad de producir su propia electricidad. Diseñados por la firma de ingeniería Setec Bâtiment, el paisaje urbano de la ciudad de la luz cambiará para incorporar huertos verticales, puentes con diseños inspirados en medusas y mucho, mucho verde.
Barcelona
Liderando las ciudades españolas está la Ciudad Condal, que en 2014 fue fue reconocida por la Comisión Europea como la Capital Europea de la Innovación o iCapital. Barcelona trabaja sobre varios ejes verticales, como son el alumbrado público, basada en iluminación LED para reducir el coste energético; el sistema de autobuses, gracias a vehículos híbridos que reducen las emisiones de CO2, además de utilizar paneles solares para la alimentación de las pantallas de tiempo de espera de las paradas. Y ya desde hace años el sistema Bicing para desplazarte por toda la ciudad en bicicleta, o la eliminación de residuos con la presencia de contenedores inteligentes que usan una aspiradora para absorber residuos y su almacenamiento subterráneo.
Estos son sólo algunos ejemplos de grandes urbes, otras de dimensiones más reducidas como Amsterdam con un sistema de luz inteligente; Copenhague que tiene como objetivo convertir el 50% de la electricidad en energía eólica, o las españolas Vitoria y Pamplona son un ejemplo de utilizar la tecnología más sofisticada sin necesidad de manejar grandes presupuestos.
La apuesta e inversión en este tipo de entornos urbanos seguirá sin duda creciendo, de manera exponencial en los años venideros, no en vano, diferentes estudios estiman que ya en 2020 la actividad relacionada con las smart cities han supuesto un volumen de negocio aproximado de unos 1.500 billones de dólares. El futuro, ya es presente.

